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En el amplio legado de Pierre de Coubertin, hay una idea que resplandece con particular fuerza y que, sin embargo, pocas veces se menciona con la misma frecuencia que sus aportes organizativos: la Euritmia. Para el barón, el deporte no podía reducirse a la mera fuerza física ni a la acumulación de récords. En su visión, debía ser un arte que expresara armonía, proporción y belleza, un espacio donde el cuerpo y el espíritu dialogaran con la estética.

LA ESENCIA DE LA EURITMIA SEGÚN COUBERTIN

Coubertin veía en la Euritmia un principio de vida. En las propias palabras de Coubertin, “la Euritmia es todo aquello que está bien proporcionado”. Este concepto, heredado de la tradición griega y retomado en la estética moderna, le permitió plantear un ideal de equilibrio: el deporte debía ser bello, justo y armonioso, tanto en la ejecución del gesto atlético como en la experiencia interior del atleta. Como señala Attfield, Coubertin incluso concibió la música como un lenguaje eurítmico privilegiado: el movimiento de los atletas, las ceremonias Olímpicas y los himnos debían articularse como una especie de “música visual” que despertara emoción y comunión cultural.

HISTORIAS ANTIGUAS QUE REVELAN LA EURITMIA

La Grecia clásica había elevado esta idea al convertir los Juegos en una celebración estética y espiritual tanto como competitiva. El atleta no era solo un cuerpo entrenado, sino una “escultura viviente”, capaz de encarnar la proporción ideal. Coubertin, inspirado por este legado, buscó reactivar esa tradición integrando competencias artísticas a los Juegos Olímpicos modernos, como sucedió en Estocolmo 1912, donde se premiaron obras de arquitectura, literatura y pintura en sintonía con el espíritu atlético.

REVISEMOS LA ACTUALIDAD

Más de un siglo después, el valor de la Euritmia no ha desaparecido; se ha transformado. Las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos son hoy expresiones gigantescas de arte y tecnología, capaces de unir música, danza, luces y narrativas en una armonía visual que millones contemplan en directo. Aunque con un carácter más mediático y comercial, no dejan de ser un eco de la aspiración Coubertiniana de que el deporte debe conmover también desde lo estético.

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En el plano del rendimiento, la Euritmia encuentra resonancia en las ciencias del deporte que hoy promueven la preparación integral: equilibrio físico, psicológico y espiritual. Si Coubertin hablaba de un atleta “completo”, hoy hablamos de bienestar integral, de salud mental, de balance entre vida deportiva y personal. El ideal sigue siendo el mismo: evitar la unilateralidad, unir los opuestos, encontrar proporción en la diversidad.

UN IDEAL VIVO PARA EL FUTURO

La Euritmia nos recuerda que el Olimpismo es más que competencia: es también belleza, equilibrio y dignidad. En tiempos donde la espectacularidad mediática puede eclipsar la esencia del deporte, Coubertin nos invita a preguntarnos: ¿estamos cultivando atletas como cuerpos eficientes o como seres humanos completos? ¿Valoramos la estética del gesto deportivo, el respeto al rival, la armonía entre mente y cuerpo, tanto como los récords?

El desafío contemporáneo es retomar este principio como brújula ética y estética. Porque, como afirmó el propio barón, “el Olimpismo busca crear un modo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales”. Esa es la Euritmia que necesitamos hoy: un equilibrio que inspire no solo a los atletas, sino a toda la sociedad.